Carta a quienes me han apoyado
"Cada día somos más y no nos van a parar"
En esos días los marines ya andaban tomando posiciones en Haití, el pueblo
afgano enterraba a sus muertos tras la última masacre cometida sin querer
en nombre de su libertad y su dignidad, la mayor fosa común encontrada en
América, con dos mil cadáveres descuartizados, se sellaba en Colombia con
tierra nueva y censura antigua protegiendo a los responsables de cavar el
agujero.
El periódico Egunkaria seguía secuestrado y sus trabajadores periodistas
(que no empleados, como se lleva ahora) silenciados; un palestino miembro
de Hamás fue asesinado fuera de su tierra por un grupo de sicarios en
nombre de Israel con pasaportes (pasaporte físico, del otro también) de
distintas democracias europeas escrupulosas defensoras de los derechos
humanos.
El cincuenta por ciento de la riqueza mundial seguía en manos de las cien
familias más poderosas del planeta y Tony Blair, José María Aznar, George
Bush, el grande y el chico, y Javier Solana disfrutaban de todos los
respetos y beneficios obtenidos en pago por sus crímenes de guerra.
En fin, abreviando que me voy, los banqueros seguían en la calle y los
políticos que nos mienten y los jueces para la democracia que los protegen
(a políticos y banqueros) andaban entretenidos en sepultar para siempre
-para que no queden dudas de que nunca existió, por si acaso se repite- la
Memoria Histórica; la Memoria Histórica del pueblo aplastado, claro, no la
memoria histórica de esa democracia que nos dejó a modo de advertencia,
impuesto por las urnas y bajo las armas, a un rey que guarda consigo las
llaves que cierran el paso a la sepultura del pasado que esconde la brutal
y dura verdad; y una vez en faena, aprovechan para enterrar también al
juez ambiguo que, no hay que olvidarlo, ha ilegalizado partidos políticos
demasiado incómodos y respaldados por parte de la población, emprendiendo
en casa el equivalente patrio de la guerra global contra el terrorismo que
se ha dado en llamar el "entorno de ETA", una guerra que recurre también
al método de la tortura y que, dicho sea de paso, no sólo este “entorno”
parece sufrir.
Si se puede ir a más, siempre hay alguien que se anima. Todo discurría
bajo la extraordinaria placidez descrita (que algunos recuerdan que se
vivía ya desde cuarenta años antes de la muerte, como la vida demasiado
plácida para mi gusto, del dictador), cuando un ciudadano, con más acceso
a los micros de lo que sería deseable y un pensamiento compartido por
millones a quienes creían totalmente silenciados y neutralizados, empieza
a ocupar un espacio extrañamente no ocupado por todo lo anterior. ¿Por
qué? Porque se atreve a declarar a los periodistas presentes, ante los
micrófonos y las cámaras de televisión, que los señores y señoras que les
pagan y que les contrataron, no hace falta decirlo, obligándoles a aceptar
las consecuencias que tendría cualquier cuestionamiento de la versión
oficial obligatoria, por un interés económico pero sobre todo ideológico
basado en el miedo nervioso a que se sepa y se contagie la verdad,
manipulan, simplifican y mienten abiertamente sobre todo lo que tenga que
ver con Cuba y su derecho irrenunciable a la determinación frente a la
apisonadora del sistema financiero demócrata-fundamentalista del capital;
y además les comunica que, a pesar de su voluntariosa y bienintencionada
pero equivocada información, la persona por la que le preguntan no es un
preso político, sino que estaba en la cárcel por delitos comunes.
Cuba. ¿Qué pasa con cuba? Algo importante y peligroso encuentran en que
llegue sin la censura que ellos ejercen, y de la que acusan al gobierno
cubano, el ejemplo imperfecto pero en tantas cosas válido de su
Revolución. Empiezan las hostias. Esto no se puede permitir. Los medios de
comunicación que utilizan las ondas y las imprentas, otorgadas a dedo las
primeras a precios multimillonarios para mantener la mentira que les
permitirá conservar sus privilegios abriendo y abriéndoles las puertas del
poder y al poder de los bancos y los Parlamentos, deciden que ya está
bien. Comienza la caza, no sólo del ciudadano en cuestión, sino, para dar
una lección ejemplarizante, de todo aquél que ose informarse, formarse una
opinión y rebatir por fin la corriente avasalladora de la posición única
de toda persona que quiera ser digna de que la consideren una persona de
bien. De pertenecer, como ellos dicen, al mundo libre. Ese ciudadano soy
yo, y esos que deberíais tomar nota de mi ejemplo y no volver a intentarlo
jamás sois vosotras y vosotros.
Ya estuve en otras, difíciles pero gratificantes; en algunas se consiguió
la victoria, en otras todavía no, estaré en más batallas, pero ésta ha
sido distinta. Dicen algunos que porque me la comí solo, negaban la
posibilidad de cualquier apoyo. Las primeras horas lograron convencerme de
que era así. Enseguida confirmé lo que a pesar del bombardeo, método
preferido en cualquiera de sus significados por todos los arriba
mencionados, que éramos muchos y muchas a los que trataban de pisotear y
amedrentar. En el fondo ya lo sabía, y por eso escribo esta carta. Para
mostrarme emocionado, fortalecido y conmovido al ver aquí, en estas
paginas y en muchas otras de este territorio y de muchos otros, que la
gente envía mensajes que demuestran que cada día somos más, que no nos van
a parar y que está a punto de caérseles el montaje.
De ahí sale la reacción que conocen y utilizan mejor cuando sienten que el
pueblo sabe de qué van y que ya no está dispuesto a callar: la violencia.
Hoy leí que España alcanza estos días el récord en número de fuerzas de
seguridad, de fuerzas todas bien armadas para la represión. Sabiendo que
España es uno de los países europeos con menor índice de criminalidad y
que aun así es, de todos, el que tiene el mayor número de población entre
rejas, algunos cumpliendo en la práctica una cadena perpetua de momento
ilegal en nuestro país; esa gigantesca cantidad de "cuerpos y fuerzas de
seguridad del Estado", tengamos por seguro, se debe a que no tienen
ninguna confianza en la seguridad del sistema. Tienen que estar preparados
para lo que saben que llegará. Sigamos adelante, sin desfallecer, este
absolutismo demócrata que intentan hacernos tragar, tratando de negarnos
la posibilidad de masticar para que no seamos capaces de saborear
diciéndonos que no hay nada más que probar -bonita rima me ha salido aquí-
se lo vamos a vomitar.
Queremos libertad. En estos días de pérdida definitiva de mi virginidad,
abrumado por el poder ya conocido del poder, he aprendido muchas más
lenguas que el latín. Lo hice lo mejor que pude. También cuando lo hice
fatal. Quizás aprendí más sobre todo cuando lo hice fatal. Sé bien que
había ojos y bocas (bocotas dijo alguno) sin el altavoz que se me ofrece a
mí, pendientes de escuchar lo que ellos y ellas quisieran decir; sé que en
algunos momentos les decepcioné. Sabed que también me decepcioné a mí
mismo, pero tengo en cuenta -tenedlo en cuenta vosotros también- que sólo
soy un ciudadano al que se le vino encima, como una apisonadora, lo que yo
sentí como una responsabilidad para con todas las personas que sienten,
como yo, que hay que responder a esta gente, que cuando nos dejan no
podemos perder la rara oportunidad. Aun así, la presión y la obligación de
utilizar los métodos que se me presentan para defenderme a mí y a todos
los que caminamos de la mano en esta lucha por reivindicar, como dice Eric
Fromm, no las leyes del hombre sino las leyes de la humanidad, me
llevaron, sobre todo en una lamentable pero instructiva ocasión, a decir
cosas que, puesto que no pienso, nunca debí decir. Tienen perfeccionada la
máquina, que no les suele fallar, de infundir mediante la calumnia, la
avalancha sin dar tiempo a respirar, sin escrúpulos, el mensaje falso de
nuestra presunta soledad, el miedo que están seguros nos va a paralizar.
Yo, que ya he tomado nota, estaré en adelante más atento. Es importante
para mí, como creo que es importante para todos, la tribuna que se me
ofrece, lo que pueda pensar la gente que está leyendo esto. Estoy ahí, con
toda esta gente, como uno más. Tengo el altavoz, hasta nueva orden que
temo y sé que pronto llegará como muchos ya han comprobado en sus carnes,
y hasta entonces espero saber aprovecharlo.
Gracias de nuevo a todas y todos. Gracias por pelear. Gracias a la gente
que admiro y que contribuye con su trabajo y su generosa solidaridad a que
nos podamos informar desde un prisma más cercano a la realidad y que
dijeron cosas en mi defensa, en nuestra defensa, que de verdad
consiguieron emocionarme. Gracias a Julián y Alberto por su tiempo,
solidaridad y comprensión al ayudarme tanto con las palabras que quería
decir pero no pude o no supe escribir. Gracias a mi compañero antiguo,
aunque tan esporádico, Carlo Frabetti, a Pascual, a Belén, a Santiago y a
Carlos por ser los primeros en hacerme ver que no estaba solo, por ser mis
compañeros nuevos. Gracias a todas. Gracias a todos. Por la poesía. Por
maldecir la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que
lavándose las manos se desentienden y evaden, por maldecir la poesía de
quien no toma partido hasta mancharse. Gracias a los muchos y muchas que
enviaron sus mensajes de solidaridad con los que me recordaron de nuevo de
qué lado quiero estar.
WILLY TOLEDO
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Hace 5 semanas
2 comentarios :
buena carta, la difundo también en mi blog..
un abrazo y mis pesames por lo del miércoles.
MKuy buena, si sr. Yo también me la llevo.
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